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Ultima mirada a la Plaza Roja

El Mundial ya es un recuerdo para todos, grato para muchos y seguramente, con un sabor amargo para otros, ya que se trata de un evento deportivo que reparte premios y muchas frustraciones, si esto se analiza desde el intransigente lugar de los resultados.
Decido viajar una vez más desde el Sur de la ciudad a la Plaza de la Revolución, allí donde empezó esta nueva era tan convulsionada y gloriosa para este país, ya que no solo de futbol, se vive en estas circunstancias y es en este aspecto, que aseguro, no existen derrotados; estos días en Moscú y otras ciudades donde nos ha llevado la responsabilidad de trabajo y nuestra inquietud, fue plenamente nutritivo en información y vivencias, de manera que todos las hemos atesorado y nos sentimos plenamente ganadores.
La Plaza Roja en un enorme espacio que separa el Kremlin, la fortaleza más grande de Europa y sede del gobierno del presidente Putin, de los centros comerciales que componen un lugar de dimensiones gigantescas. Esa plataforma durante la disputa del campeonato, fue invadida por miles de fans y turistas, en ciertos casos en un doble rol, que le dieron una fisonomía para nada frecuente.
Algunos lugareños dicen que la flexibilidad de los organismos de seguridad, facilitó que ese clima de fiesta reinara casi sin demasiados límites, para después sospechar que, en estos días y sin esa carga masiva de futboleros, el orden regrese a los parámetros normales y las restricciones para las manifestaciones en la vía pública se conviertan en una rareza.
Hubo un gran trabajo en todos los niveles de esta nación para postergar lo estricto de sus regímenes e impostar en consecuencia, una tolerancia que no surge por naturaleza; fue la gran oportunidad para transmitir que se está en tiempos de cambio para acoplarse al colectivo internacional y difundir que en Rusia, la convivencia y la tolerancia no son excepciones y que se las busca integrar a los nuevos comportamientos generales.
Sin dudas que para muchos, ha sido difícil aceptar estas reglas distendidas, basta con tomar el calendario y recalar en los comienzo de la década del noventa pasada, para advertir que, en el marco de lo que fuera la Unión Soviética, el recorte de las libertades personales, tal como la concebimos en muchos lugares de occidente, formaron parte de un sello del que todavía, perduran sus secuelas en el alma de esta sociedad y de sus sistemas de gobierno.
Hecho la última mirada a esas murallas colosales, murallas rojizas, me detengo inevitablemente en la silueta de la Catedral San Basilio, única en su tipo y de reojo, paso por el frente del mausoleo de Lenin, un bunker que proyecta las luces y sombras de su reinado.
Ya no están los fanáticos latinos, en general, todos se fueron temprano por el fracaso de la mayoría de sus seleccionados y esto, le quitó color y sabor a las últimas semanas del Mundial aquí en la capital moscovita; hay muchas brigadas que ya trabajan en el desmonte de las estructuras que allí albergaron tiendas y otros lugares de esparcimiento, sin embargo algo sigue con el mismo celo que exigen estos tiempos, la seguridad de todos los que por allí pululan, está casi garantizada en cacheos y escáneres, como si uno ingresara a una gigantesca terminal de aeropuerto a cielo abierto, donde no hay lugar ni tiempo para distracciones u omisiones.
Ahora si es el final, en mi equipaje de mano ya no hay más lugar para otra cosa que no sea la melancolía, esa que siempre encuentra un resquicio por más que uno crea, que con los souvenirs, la dejaremos afuera.

ALLA A LO LEJOS, 
EL MAR Y LA ARENA

Aunque parece parte de una obsesión que no permite disfrutar de lo que decanta una experiencia de esta naturaleza, hay que decir, que en el camino de regreso a casa, nos atravesó el futuro; allí en el centro comercial de la Plaza Roja, Qatar preparó un saludo de bienvenida que se quedará por unos días en esta capital. Seducido por el ingenio de una muestra de camisetas utilizadas desde el mundial del 50 a la fecha y las maquetas modernas que muestran en escala los fantásticos estadios donde se jugará la próxima edición del mundial, no pude evitar transportarme a ese mundo de fascinación e irrealidades que prometen los árabes “aquí se exhiben los modelos de los 8 estadios que tendremos en Qatar” dice nuestra guía en un aceptable español, “este será el primer Mundial en el que por lo reducido del territorio, todos los estadios tendrán una cercanía que incluso, permitirán que quienes lo deseen, puedan ver dos partidos en un mismo día. La distancia mínima será de 5 km y la máxima de 50, por lo tanto, no se necesitaran transportes públicos del poder que tienen aquí en Rusia”
Qatar es un pequeño estado que ocupa la península arábiga y que gran parte de las márgenes de ese territorio, son bañadas por las aguas del golfo Pérsico; la imaginación no permite acceder todavía a esa dimensión de cómo serán las cosas en los aspectos tecnológicos y estructurales a 4 años vista, pero si hay señales que ya juegan en nuestra cabeza e imaginación, entre la arena del desierto y las olas de ese mar, habrá espacio para algunos picados, que ojalá tengan la impronta, de nuestros potreros.
Periodista acreditado para LA OPINION
Mundial de Rusia 2018