SOLO, NO SE SALVA NADIE (por Néstor Clivati)
Ambiguas sensaciones después de la victoria en Sarandí, que extraño no? un equipo que posa con el cheque por pasar a otra instancia de la Copa Argentina y en el vestuario, arde Troya.
Se veía venir...en el fútbol los egoísmos se pagan con puntos y si bién es paradójico alegar esto después de un triunfo, las actitudes de Leandro Díaz ponen en riesgo la armonía colectiva y el clima de optimismo que debe reinar en una situación tan delicada desde lo deportivo, con un equipo que tiene un pie en la B Nacional.
No se trata de exponer a un jugador por una mala tarde como le puede ocurrir a cualquiera en su oficio (se acuerdan cuando Palermo erró 3 penales jugando para Argentina ante Colombia en la Copa América de Paraguay ?), pero si esto es acompañado por una suerte de absurda obstinación, la crítica se torna inevitable y hasta roza al entrenador, en tanto jefe de grupo. El compilado de yerros de principiante, se convirtió en un grotesco que fue acompañado por todo tipo de gesto de repudio de sus otros compañeros, a los que tampoco les sobran antecedentes solidarios, entonces el final, lejos de ser el de una celebración moderada, muto por otro de fastidios y reproches, que relativizaron la conquista.
Hay perfiles que describen personalidades y está claro, que existen tendencias que superan la propia voluntad individual y se convierten en un perjuicio que Atlético, en estos tiempos, lo está pagando con lo mas sagrado.