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DE SIMENONE A KRANEVITTER

Los equipos nacionales históricamente se destacaron entre otros atributos, por tener mediocampistas de gran temperamento y en algunos casos, con buena técnica y mejor visión de juego. Desde luego que el puesto de volante central fue mutando desde los 80 para acá y hasta podríamos afirmar que hubo una evolución, con lo cual, toda comparación terminaría de ser imprecisa como consecuencia de los nuevos criterios tácticos y del perfil de los futbolistas en la actualidad.

Aún así, podemos bucear en la historia de los últimos 30 años localizando netamente un cambio después de la salida de Carlos Bilardo de la Selección Mayor solo por trazar una línea discrecional que coincidió además, con el final de la etapa productiva de Diego Maradona, último bastión de la causa nacional en un campo de juego.

A fines de 1988 y todavía bajo la gestión de Bilardo, aparecería un futbolista que cambiaría ese eje y en alguna medida se quedaría con el testimonio del liderazgo que Diego entregó después del mundial de Estados Unidos; muchos antes Diego Simeone desde su lugar en Vélez primero y luego desde el fútbol italiano, mandaría mensajes explícitos de sus dotes de hombre fuerte para confiarle semejante legado.

La historia lo pondría al Cholo en un lugar de privilegio, ligar dos camadas de jugadores brillantes e irrepetibles. Una de ellas dorada, con dos finales consecutivas en Méjico e Italia y otra que sin alcanzar aquellas marcas, se quedó con los últimos dos trofeos americanos en Chile y Ecuador donde sobresalieron aportes imborrables como los Gabriel Batistuta y Roberto Ayala solo por citar acaso los más emblemáticos.

Simeone, que ya se manifestaba por sus movimientos como un gran lector del juego, casi un entrenador dentro del campo, dejaría la selección 14 años después ofreciendo una marca que entre la última edición de la Copa del Mundo en Brasil y la Copa América en Chile, superaría otro prócer nacional como Javier Mascherano; 106 partidos con la casaca albiceleste solo en encuentros con el equipo mayor. Una acreditación que le ha valido un lugar entre los selectos no solo por ese registro, sino por su influencia en el juego de los distintos equipos en los que se alistó, logrando plantar

una bandera de coraje y personalidad típicas del jugador rioplatense con un agregado de talento que terminaron de modelar a un futbolista de real jerarquía internacional.

Esa estirpe que lo acompaño en su tiempo de jugador, perdura madurada en esta etapa fructífera como entrenador de elite en el fútbol europeo, más precisamente, en su otra casa, la del Atlético Madrid y desde allí forja sus ideas con la íntima convicción, que no está lejos la oportunidad de retornar para hacerse cargo de otro desafío mayúsculo, entrenar a la selección y cerrar un círculo virtuoso como pocos.

EL NUEVO JEFE Y UN BUEN ALUMNO

Ya hemos abundado en tantas ocasiones desde ésta tribuna sobre la ascendente de Javier Mascherano sobre esta camada de jugadores vinculados al equipo nacional de 10 años a esta parte y también, sobre los aficionados en general, que se puede tornar redundante; sin embargo siempre queda algo por analizar del hombre que ha recibido esa herencia de la capitanía moral de la albiceleste por parte del Cholo Simeone, que merece un párrafo al menos para abonar esta tesis de la sucesión y porque no, de la transición que a los 31 años, el actual volante del Barcelona y cuarto hombre en la escala de liderazgo Culé, representa.

Sin ser estrictamente comparables en su juego y en su posición, ambos caudillos han compartido un sentimiento que los iguala, un innegable sentido de pertenencia y esa fidelidad que no puede ser impostada, se siente o no. Acaso sea esta postura la que más influyó en todos los entrenadores para preferirlos a pesar de las buenas ofertas que en el puesto han tenido en estas décadas, una singularidad que les ha dado vigencia.

Ahora, en el último tramo de su brillante carrera como jugador de potencias, Mascherano otea el panorama y busca un heredero, tal el designio que estamos analizando; claro que también lo busca su técnico Gerardo Martino que en esta fase de preparación para las eliminatorias que clasifiquen al mundial de Rusia en 3 años, entiende que la batería del jugador nacido en San Lorenzo, no es inagotable y que ya hay que preparar un ordenador y educarlo en una función tan delicada.

Matías Kanevitter nació hace 22 años en Yerba Buena en la provincia de Tucumán; todavía es un futbolista en ciernes con solo 3 partidos con la selección sub 20 y medio centenar con los colores millonarios; sin embargo y a pesar de esa precocidad, la proyección lo instala en un staff de futbolistas a observar y también a convocar por Martino en las renovadas convocatorias que se avecinan por necesidad de recambio y con una apuesta firme hacia los nuevos objetivos.

Este volante riverplatense, más adaptado a la tarea de repartirse el centro del campo en la contención, una moda de estos tiempos, posee una técnica depurada como pocos en nuestro medio y una pizca de atrevimiento ofensiva que es su diferencial.

El tiempo responderá a todas las preguntas que todavía deben formularse a su alrededor; el material, es optimo y sus modelos, rodeándole la manzana.