Deportes | Atlético de Rafaela

Cierran un ciclo inolvidable

30 de junio, el último día de 4 futbolistas trascendentes para la historia de Atlético como jugadores “del club”. Pronuncio esas 2 palabras y vuelvo, imaginariamente, a los tiempos en los que generaba mucho más que respeto hablar de un plantel conformado básicamente por jugadores “del club”. Y poco incidía en esa segmentación si el contrato iba a hasta la semana siguiente o si habían hecho desde novena en Atlético. No hacía falta ninguna estadística para catalogarlos como jugadores “del club”.

Pero volviendo a lo que nos ocupa, es el último día de Niz, Depetris, González y Fissore como jugadores “nuestros”. Vale, en vida, hacer la crónica de todo lo que han entregado.

El Toto jugó 66 partidos, 12 en B Nacional, 3 en Copa Argentina y 51 en Primera, siendo el 15ª que más veces jugó en la elite para la “Crema”. 2 goles y mucha voluntad. Porque no hay que olvidar que cambió de posición para ser profesional y para dar una mano. Ya sea en aquel emblemático partido en Corrientes, en 2011, en el retorno a Primera cuando el equipo o en el pobre conjunto de Burruchaga, cuando los más grandes brillaban por su ausencia.

Fede González es el que más partidos jugó en Primera y el cuarto máximo goleador en la historia del profesionalismo. ¿Hace falta algo más para quedar en la memoria colectiva? Más allá de ser el único que salva la ropa del último semestre, integró la última dupla ofensiva memorable: González – Carignano perforaron todas las defensas.

Rodrigo Depetris fue uno de los mejores de la historia de las inferiores “celestes”. Y después, más allá de no llegar a consolidarse nunca, hizo “él” gol, como Pucheta en 1992. Superó el centenar de partidos entre el ascenso y Primera y gritó hace poco más de un año en Rosario ante Colón, en el segundo partido “de la vida” de Atlético. Se ganó la eternidad.

Finalmente, Matías Fissore, un pedazo de Atlético. Saltó del banco de Liga al equipo campeón del Nacional en 2010, cuando el golpe a Gaby Airaudo nos dolía profundamente. Y lo hizo sin histerias, con inteligencia, de acuerdo a las circunstancias. Después le cubrió  la espalda 2 años a Nico Castro, soportó cualquier tragedia y poco le importó el desprecio de un técnico de renombre, que lo tuvo que poner en los últimos partidos para que lo salve del descenso.

111 partidos, 3 goles, pero fundamentalmente el amor por la camiseta.

A todos ellos, muchas gracias. Le han dado mucho a Atlético, serán para siempre parte de la historia grande.